En un entorno global marcado por la incertidumbre y la volatilidad, los bancos centrales deben adaptar sus métodos y herramientas para mantener la estabilidad económica. Este artículo explora los desafíos estructurales y coyunturales que configuran la agenda monetaria de 2025.
Cambio de paradigma inflacionario
Después de más de una década con tasas de inflación reducidas y estables, la economía mundial ha entrado en una fase de inflación elevada y persistente. Los picos de 8,4% en 2022 y 5,4% en 2023 contrastan con la previsión de 2,3% para 2025 en la zona euro, según el Banco Central Europeo.
Este viraje obliga a los responsables de la política monetaria a revisar la ortodoxia previa y a diseñar estrategias que permitan un aterrizaje suave de la inflación sin comprometer la recuperación económica tras la crisis financiera de 2008 y la recesión inducida por la pandemia de COVID-19.
Dilema sobre las tasas de interés
El principal debate gira en torno al nivel adecuado de los tipos de interés. Bajar la tasa demasiado pronto puede reavivar la inflación, mientras que mantenerla alta prolonga el encarecimiento del crédito.
- Determinación del “tipo neutral” real, estimado entre 1,75% y 3% en la eurozona.
- Recortes de 25 puntos básicos realizados por el BCE en 2024 con consenso interno.
- Riesgo de desequilibrios financieros y presiones inflacionarias si se relaja el rigor prematuramente.
Estos factores generan un dilema sobre las tasas de interés que exige un equilibrio cuidadoso entre la contención de precios y el soporte al crecimiento.
Divergencias regionales y riesgos de mercado
Las grandes economías avanzadas y las emergentes atraviesan ciclos monetarios desalineados. Mientras la Reserva Federal estadounidense mantiene las tasas elevadas, en América Latina países como Brasil, Chile y Costa Rica ya han iniciado recortes.
Esta divergencia puede provocar salidas de capital, depreciación de monedas y presiones inflacionarias adicionales en las economías emergentes.
- Salidas de capital y volatilidad financiera.
- Costos de endeudamiento más altos para gobiernos y empresas.
- Impacto desproporcionado en economías con alta exposición externa.
Vulnerabilidades macrofinancieras y productividad
El elevado nivel de deuda pública y privada, junto al agotamiento de colchones de ahorro de hogares y empresas, eleva el riesgo de inestabilidad. Adicionalmente, el sector inmobiliario comercial muestra señales de tensión, lo que podría afectar la solidez del sistema bancario.
A esto se añade la preocupación por una recuperación lenta de la productividad, limitando el margen fiscal y monetario frente a nuevos shocks.
Estrategias, herramientas y comunicación
Ante estos retos, los bancos centrales revisan sus marcos de actuación y exploran medidas complementarias a los tipos de interés:
La revisión de la estrategia de política monetaria incluye:
- Uso combinado de tipos de interés, compras de activos y líneas de liquidez.
- Extensión de la forward guidance para anclar expectativas.
- Fortalecimiento de la credibilidad institucional en mercados emergentes.
La coordinación global y una comunicación transparente se presentan como pilares para mantener la confianza de inversores y ciudadanos, especialmente ante eventualidades imprevistas.
Innovaciones tecnológicas y nuevos riesgos
El crecimiento de activos digitales, como las stablecoins, representa un reto adicional para la estabilidad financiera. La posible adopción masiva de estas monedas exige un marco regulatorio internacional robusto y una supervisión efectiva por parte de los bancos centrales.
En definitiva, el panorama para 2025 demanda un equilibrio dinámico entre la contención de la inflación, el apoyo al crecimiento y la gestión de riesgos sistémicos. Solo mediante la adaptación de herramientas, estrategias y comunicación podrán los bancos centrales afrontar con éxito la compleja realidad económica global.